
“Escribamos el nombre de un ser al que admiramos y algunas de sus virtudes más notables. Anotemos el nombre de alguien a quien no soportemos junto con sus peores defectos. La persona que no soportamos es el “pinche tirano”; es “uno mismo”: vemos cualidades o defectos en los otros, que en realidad, son los nuestros, como viéndonos en un espejo. Necesitamos urgentemente ver a los “pinches tiranos” y a nuestras faltas con “humor malicioso”, pues es algo tan serio, que lo más eficaz es reírnos, para lograr la ligereza suficiente para quitarnos rápido de allí. Por otro lado, ese a quien admiramos es también uno mismo. Así que, en vez de evitar ver nuestros defectos, encarémoslos, para así también poder apreciar nuestras verdaderas virtudes. Pongámoslo todo a la vista, sobre la mesa. Usualmente la mierda nos hierve hasta quedar reducida a quejas o explicaciones. Saquémosla al aire, cuidadosamente clasificada, frente a nuestros ojos, donde podamos verla y reírnos de ella, por más “grave” que sea (...) cuando tengan broncas con alguien simplemente suelten su extremo del mecate y entonces verán cómo la otra persona primero lo recoge, y luego lo tira, pues pierde interés, al darse cuenta que Uds. ya lo botaron.”